Día de la Madre


05 MAYO 2007


Terminé de comer hace un rato. Es sábado, de modo que no puedo escaquearme. Por lo menos, la comida de hoy no estuvo tan mal: pollo asado y menestra de verduras. Volví a mi habitación después de echar una ojeada a la revista que viene con el periódico de los domingos, en la que, para variar, sólo salen mujeres esqueléticas y maquilladísimas en fotos claramente tocadas y retocadas.


No acostumbro a leer revistas. En general, las revistas son vanas, superficiales y falsas. No son más que un soporte publicitario en el que varios artículos poco interesantes y estúpidos, que se escriben con el único objetivo de rellenar unas pocas páginas para poder confeccionar una revista, se entrelazan con cientos de fotos y anuncios publicitarios que te obligan a pasar una página tras otra sin apenas poder leer una palabra medianamente interesante.


Volví a mi mesa de estudio, en la habitación que es mi rinconcito particular, con el fin de retomar los ejercicios de sistemas de planificación de producción, lo que me supone una ardua labor cuando tengo el estómago lleno.


Encendí un pitillo para hacer un break, llenar mis pulmones de humo, el humo que contamina mi cuerpo, en esa sensación de autodestrucción que, desgraciadamente, tanto anhelo. Pero no hay pitillo en mi vida sin unas frases en mi cabeza, sin unas líneas en mi cuaderno, en mi ordenador.




Mañana es el día de la madre. No soy una persona muy partidaria de este tipo de celebraciones, bueno, en realidad, no soy muy partidaria de ningún tipo de celebraciones; pero, con el tiempo, me he dado cuenta de que a todos nos gusta que nos feliciten, aunque no sea algo importante, aunque no sea algo vital. A todos nos gusta recibir un pequeño detalle, a todos nos gusta comprobar que hay alguien que se acuerda de nosotros, que hay alguien que nos quiere. A todos nos gusta sentir por un día que eres especial.


Y mi madre es especial. Mi madre es sumamente importante en mi vida. Por eso, aunque no pueda leerlo, quiero dedicarle estas líneas porque, al fin y al cabo, esto es lo mejor que sé hacer: escribir.




A pesar de la relación caótica que tengo con mi familia y, principalmente, con mi padres, me llevo bien con ellos. El intento que hice por salir de todo esto, por reponerme, sin éxito, a la enfermedad, ha dado sus frutos. A pesar de que 2 de cada 3 frases son para evocar una discusión, me llevo bien con ellos. Al fin y al cabo, la discusión es el modo que tenemos de relacionarnos y, aún con todo, les quiero muchísimo. A pesar de las palabras tan duras que les digo o los comentarios que pueda hacer sobre ellos, les quiero muchísimo. En concreto, mi madre tiene un papel sumamente importante en mi vida. Discutimos, nos echamos las cosas en cara, ponemos malas caras, nos recriminamos las cosas, nos criticamos… y, sin embargo, no somos capaces de estar la una sin la otra. Somos cómplices en esta caótica relación familiar que nos une.


A veces intento encontrar una explicación a la compleja relación que tenemos pero no la encuentro. Tal vez no sea más que la propia relación madre-hija, una relación, a mi juicio, muy especial. Estoy convencida, de que una madre y una hija tienen, por herencia o genética o como se llame, un lazo tan fuerte de unión que nada ni nadie puede destruir. Pero cuando hay fuerzas externas que invaden y amenazan esa relación, hace que ésta resulte excesivamente compleja. Es como un intento de luchar contra algo natural. Como luchar contra uno mismo. Como luchar contra la inexorable necesidad de nuestro cuerpo de alimentarse.


Mi madre es una persona, en mi opinión, bastante controladora. Necesita tener el control sobre las cosas, tener todos los cabos atados, hacer las cosas tal y como las había planeado. No cede. Es inflexible. Y, sin embargo, le ha tocado ceder. Mi madre es una de las personas más entregadas, sacrificadas y humildes que conozco. La admiro por ello. Pero, también, la aborrezco por ello, pues en el camino del sacrificio se ha dejado una parte de sí misma.


Mi madre, con sus tiras y aflojas, tiene, ha tenido y tendrá, una gran influencia sobre mí. Parte de lo que soy es mi madre. Por eso la adoro y la odio tanto. Porque mucho de lo que soy es ella. A veces me siento satisfecha porque admiro su gran entrega. Otras, sin embargo, la aborrezco porque es inalcanzable. Porque, por mucho que pueda parecerme a ella, nunca seré como ella, ella siempre será mejor que yo, nunca podré estar a su altura, nunca seré lo suficientemente buena. Es como tener a alguien recordándote a cada minuto que por mucho que te esfuerces nunca llegarás a conseguirlo. Es como tener a alguien 24 horas al día mirándote desde las alturas con un listón en la mano esperando a que lo alcances para elevarlo cada vez que saltas y extiendes la mano para llegar a ella. Y nunca llegas.


Mi madre es una persona comprometida, convencida y con un gran sentido de la responsabilidad. Se toma muy en serio su papel de madre, aunque, en el fondo, tengo la sensación, de que se siente fracasada como tal. Lo cierto es que, a pesar de todo, no lo ha hecho tan mal. Me gustaría decirle que si somos una pandilla de inmaduros, insensibles, irresponsables y caprichosos no es culpa suya. Aunque, también me gustaría decirle que si somos poco cariñosos y comunicativos, reservados, pesimistas, negativos y con la autoestima por los suelos y una tristeza desmesurada, sí es, en parte, culpa suya. A pesar de todo, creo que hizo un buen trabajo. A pesar de todo lo que hay en contra, me siento orgullosa de mis principios, mi educación, mis capacidades, mi cultura; mi base.


Pero no puedo decirle todo eso a mi madre. No hay una comunicación fluida en casa para expresar esos sentimientos. No hay un ambiente propicio para la comunicación. Las pocas veces que le he hecho saber sinceramente lo que siento ha sido por carta.


Hace un par de días, le comenté a mi madre, a raíz de un comentario en la radio sobre la acuciante necesidad de los hijos en la adolescencia de sentir que los padres se preocupan por ellos, que, yo, en mi adolescencia, y aún hoy, nunca he sentido que mi madre me apoyase en nada. Ella sólo alegó que los padres no pueden apoyar las decisiones alocadas e irresponsables de los hijos. Yo no me refería a ese tipo de decisiones. Me refería a otro tipo de cosas. Durante toda mi vida nunca he sentido el apoyo de mi madre. Siempre fui insuficiente para ella. Y, sin embargo, en comparación con el resto de mis amigas, de los hijos de sus amigas, de mis primos… yo siempre destacaba en algo. Pero nunca fui suficientemente buena para ella.


Recuerdo un día en concreto. Había discutido con mis amigas, mis sentía mal, triste, incomprendida… se lo confesé a mi madre en un intento de buscar algo de comprensión. Su respuesta fue simple. Hice mal. Otra de mis amigas, mi cómplice en la gran discusión, se lo confesó también a su madre. Su actitud fue la totalmente opuesta. Mi amiga siempre sentía el apoyo, el arrope, la comprensión, el cariño de su madre. Es algo que yo nunca he sentido. Pero cuando le cuento estas cosas ella no las recuerda, no les da importancia, no es consciente de haber repercutido en mí de ese modo. No es consciente de haber tenido una conducta negativa, poco comprensiva, demasiado firme y tremendamente fría hacia mí. A veces me pregunto si, su actitud ha sido algo real, algo realmente traumático para mí o si más bien he sido yo misma la que me he empeñado en traumatizarlo, en dramatizarlo.


Y sin embargo, soy consciente de que mi madre me quiere, a pesar de que discutamos, regañemos o nos enfademos. Soy consciente de que me quiere a pesar de que no sea la hija perfecta. Y es que, en el fondo, yo también la adoro. Te quiero mamá.


ANA


5 comentarios:

SOL dijo...

mmm que rajado... vieras que entendí cada una de tus palabras y de hecho que nunca, nunca nunca, habia leido a alguien que me entendiera tan bien, porque aveces piensan que si uno siente eso
es porque uno no la quiere... pero como bien dijiste no es así... yo la amo pero tampoco la entiendo y ella menos a mi... quiero creer que somos humanas y que por eso es toda la bronaca.
gracias por entenderme sin querer...

Anónimo dijo...

Hola Ana:
Hoy especialmente eh decidido escribirte unas lineas, llevo ya varios meses consultando tu Diario y en cada uno de tus escritos me encuentro identificada con algo, no te veo como una compañera de sufrimientos pero si como un ser humano que a cierto punto llega a sentir un poco o al menos parecido a lo ke alguna vez eh querido expresar sin exito alguno, es por eso que al ver pasar los meses prendo mi Lap y me dirijo a tu pagina dispuesta a disfrutar un nuevo capitulo de esta TU historia, disfruto en verdad cada una de tus palabras escritas en este espacio. Gracias Ana por brindarnos un poco de esa magia tan tuya que tienes para escribir, me gustaria platicar algun dia contigo te dejo mi correo fulanita_secreta@hotmail.com
Sin mas me despido.
atte. Veronika

ANA dijo...

Hola,

Quiero daros las gracias a todos los que me leéis porque es un apoyo y una satisfacción enorme el saber, no sólo que alguien te lee sino, que te comprende.

Creo sinceramente que las relaciones familiares y, concretamente, con los padres son sumamente complejas, y más hoy día, en que los hijos nos convertimos en pequeños adultos independientes que conviven en casa con sus padres hasta muy mayores. Es una relación difícil. Pero el que las relaciones sean difíciles no implica que no les queramos, al contrario, el que resulten duras conlleva, más que nunca, un enorme y sincero cariño. Si resultan duras y difíciles es por el hecho de que les queremos y nos importan demasiado.

En segundo lugar, quería dirigirme a Veronika personalmente y agradecerle de un modo especial sus palabras, pues en ellas, se refleja lo que desde un principio quise demostrar cuando empecé a escribir; que, esté o no enferma, esté o no loca, por encima de todo, soy un ser humano que, como cualquier otro, siente, sufre, ríe y llora. Sobre todo siente. Y siente de un modo especial, excesivo a veces.

Por eso, muchas de las personas que me leen, estén enfermas o no, tengan problemas con la comida o no, se sienten identificadas con lo escribo; porque, al fin y al cabo, esta es una historia de alguien que siente, de alguien con el valor suficiente y la capacidad de expresar lo que siente.

Cualquier persona, esté en la situación que esté, se sentirá identificada, en mayor o menor medida, en mis palabras, porque todos, nos guste o no, llevamos a la espalda un bagaje de sentimientos que, en muchos casos, nos abruma.

Gracias por haber sabido mirar más allá, por haber sabido mirar en el fondo de mí y verme, ante todo, como lo que soy, una persona.

ANA

Anónimo dijo...

Hola!!! en estos momentos estoy leyendo tus escritos...y de verdad me identifico mucho en lo q escribistes sobre tu relacion con tu mama...se parece mucho a la mia con la diferencia q mi mama siento q no es tan ruda como la tuya...pero si discutimos mucho...pòrque nuestras ideas chocan demasiado...pero de todos modos le doy Gracias a Dios por haberme dado una mama como la q tengo...pero x otro lado me ha da tristeza verla aveces porque toda su vida se ha entregado a cuidarme, a protegerme, a atenderme y se a olvidado de q ella tambien puede surgir...por eso avces no me dejo llevar x la ira y trato de comprender su lugar, debe sentirse frustrada cuadno las cosas no le salen como ella quiere, despues de todo se ha entregado a mi y yo no le estoy respondiendo com odebe ser...pero como dicen cada cabeza es un mundo y en la vida de los demas no podemos mandar solo guiar para q ellos vayan y tomen el mejor camino...me gusta muchisisimo como escribes y siento q estuviera narrando mi propia vida...espero nos podamos colocar en contacto...Bye

Anónimo dijo...

Ana:
Es la 2ª vez en el dia de hoy (mañana, más bien) que te dijo comentario. Llevas en mi lista de Favoritos desde ayer por la tarde y he querido empezar en el mismo punto donde tú lo hiciste, de atrás hacia adelante, que es como va la vida.
Desde, prácticamente la 4 ó 5 linea que leí estoy reprimiendo las lágrimas, y no te hablo de este post, te hablo de la primera entrada, tu presentación. He logrado mantenerlas en un incesante tobogán, subiendo y bajando mientras acompañaban al nudo de mi garganta, hasta ahora, que no han aguantado más y han salido a flote.

Ahora sí me siento totalmente relacionada contigo. Mi madre es, mi mejor aliada y mi mas temida enemiga. Chocamos constantemente, ella roza la perfección, yo soy un desastre, las dos somos tercas como mulas pero nos queremos con pasión desmesurada.
No hace mucho tuvimos la bronca del siglo. Como ya he dicho antes, empezé a engordar sin control hace unos 2 años y medio y creo que cada mes voy a más, no hay quien pare la aguja de la báscula... es deprimente. De ahi vino la discusión, de mi peso, para no variar. Sé que estoy gorda y no me gusta que me lo recuerden a cada segundo. Su comentario me llegó tan adentro que estallé como una olla a presión. Rompi a llorar, me puse roja del enfado y solté barabaridades por mi boca. Le reproche que si estaba asi seria su culpa, que siempre quiere que sea tan perfecta como ella, mi padre estaba delate y... bueno, solo decia que me calmara. Yo se que ella no pretendia herirme, pero la forma en la que sus palabras salieron de la boca... eran como cuchillas afiladas que se calvaban en mi piel haciendola sangrar. Dolia, no se si el orgullo, o el darme cuenta de que cada dia me parezco mas a las focas del zoo que a una chica de 22 años.
Sigo llorando, no puedo evitarlo, soy una sensiblera...

Sigo leyéndote, en silencio y buscando una solución a mi peso.