El pan nuestro de cada día


21 ABRIL 2007


Las lágrimas recorren mi rostro. La ventana está abierta. 8 pisos separan mi cuerpo del embaldosado. Miro hacia abajo. Algo en mi interior me impulsa a mirar otra vez. Siento el viento en mi cara cayendo en picado sin fin. Varias personas sentadas en la terraza de la acera de en frente. No, no puedo hacerlo. La imagen, la confusión, la angustia acompañarían a esas personas de por vida. La imagen terrorífica de ver a alguien saltando por la ventana, la imagen de una persona estampada en el mugriento suelo de la ciudad. No, no puedo hacerlo. Mi familia. Arruinaría sus vidas por completo. Aunque, tal vez… no, no puedo.


¡Qué fácil sería todo! Qué sencillo. Y qué cobarde. No, no puedo hacerlo. Pero no puedo evitar el deseo intenso, la atracción fatal hacia un destino inmediato. No puedo evitar el deseo de saltar, sólo saltar.




Basta ya. Basta ya. Estoy harta. No pude más. Hoy simplemente no pude más. Estoy cansada de ser la niñita buena de papá y mamá, la niñita que saca buenas notas, la niñita que se come toda la comida del plato sin rechistar, la niñita que pone buena cara a todo, la niñita que saca la basura, que limpia, que friega, que recoge los platos, que saca al perro, que hace la compra, que ayuda a su hermano con los estudios, que no se queja de nada. Estoy harta y, sencillamente, no puedo más.


Mis padres me confunden. A veces, dicen que desean ayudarme pero no me ofrecen la ayuda que en verdad necesito.


Hace un par de días, después de la cena, mi madre me sorprendió al decirme: “Ana, ¿quieres ir a un especialista en nutrición”. Me quedé de piedra. En seguida dije “No” y cambié de tema radicalmente para no entrar en una conversación que, probablemente, de no haberlo hecho nunca hubiera surgido porque mi madre es un mujer de pocas palabras y resulta más fácil hacer la vista gorda que entrar en un debate tan sumamente complejo.


¿A qué se refería mi madre con un especialista en nutrición? ¿Un psicólogo? ¿Un psiquiatra? ¿Un dietista? Ella lo único que quiere es que me coma toda la comida del plato sin rechistar, que no me enfade cada vez que vea un chorreón de aceite en la ensalada, cada vez que haya un filete de cerdo en mi plato, un huevo frito o un enorme plato de arroz con conejo.


Está equivocada. Mi problema no radica en la comida. El problema no es la comida. El problema son las emociones, pero no está dispuesta a escucharme. Nadie en casa está dispuesto a escucharme. Se limitan a creer que lo único que necesito es aprender a comer, a no ser tan caprichosa. a no ser tan quejica, tan superficial, tan susceptible, a no darle tanta importancia a la comida. No lo entienden.



Después de fregar la cocina durante dos horas después de comer, mi padre se levantó de la siesta y llenó la cocina de migas. Puede parecer algo absurdo, pero cuando te pasas dos horas sudando, dedicando tu tiempo y tu esfuerzo a una tarea mientras los demás duermen, descansan o ven la televisión, que te estropeen el trabajo es algo realmente angustioso. Ni siquiera puede recoger las migas después y, encima, no soporta que le diga nada.


Para colmo de males, mi madre se enfada conmigo por quejarme. Tiene narices. Al final, soy yo la mala. Después de pasar la mañana limpiando mi habitación, recogiendo la cocina, sacando al perro, haciendo una macro compra, poniendo la mesa y limpiando durante más de dos horas la cocina, soy yo la mala.


Mi madre sencillamente me dice que no me soporta. Prefiere a mis hermanos que no hacen absolutamente nada que escuchar mis quejas después de estar todo el día trabajando porque en mi casa nadie hace absolutamente nada. Es sencillamente increíble. De modo que me siento, estúpida, inútil, insatisfecha, una auténtica mierda.


Es preferible lo que hacen mis hermanos, dormir y comer. Se levantan a las tantas, ven la televisión y se sientan a la mesa. Se echan la siesta, juegan al ordenador y vuelven a comer. Es preferible porque no se quejan. ¿De qué iban a quejarse? Aunque lo cierto es que, aunque mi madre diga lo contrario, sí que se quejan. Claro que se quejan. Obviamente, no tanto como yo porque no tienen mucho de qué quejarse, pero aún se sienten en condiciones de exigir más prestaciones.


El problema no está en la comida sino en la convivencia. Cuando suceden estas cosas que, desgraciadamente, en mi casa, son el pan nuestro de cada día, entonces, se me quitan las ganas de comer. No necesito ningún nutricionista, ningún psicólogo ni ningún psiquiatra. Lo que necesito es una familia que me escuche, que me respete y que valore mi trabajo.


Tal vez si me escuchen, si se dignasen a escucharme por una vez sin tachar mis frases de absurdas e inconsistentes sin ni siquiera parar a escucharlas, entonces, tal vez, no vendría a mi habitación con la cara cubierta de lágrimas, con un impulso sobre humano de saltar por la ventana, de acabar con todo, de poner fin a esta existencia que me martiriza. No vendría a mi habitación con la cara llena de lágrimas a desahogarme delante del ordenador porque nadie está dispuesto a escucharme.

ANA

9 comentarios:

M dijo...

Ana, la verdad es que yo te entiendo, mi relación con mi familia el año pasado, cuando vivía con ellos, no era nada wena. Lo peor? Que les quiero muchísimo pero no puedo convivir con ellos. Y no todo el mundo puede irse de casa con veintipocos y menos aún si estás estudiando.

El mayor problema que yo tenía era que mi madre veía que yo, a diferencia de mi hermana, soy muy cerrada. No compartía con ella casi nada, a ella eso le sentaba mal y yo, al notar su distancia, sólo me alejaba más. Al final es un círculo vicioso.

Llorar es weno, llorar desahoga. No te quedes dentro con lo que tienes. Llóralo, grítalo, escríbelo, cuéntalo a un peluche. Y lo mejor que podrías hacer: acortar distancias con tu familia. Tu madre es tu madre, y te quiere. Sólo que no te comprende, no entiende como a alguien puede resultarle terrorífica la idea de comer.

Me estoy enrollando mucho, pero por último quiero decirte que siempre que te sientas mal, sabes que hay alguien que te leerá en el blog.

Un saludo!

Anónimo dijo...

no se muy bien qe dcirt la brda solo q losiento por sabr qe estas asi y nadie hace nada espero qe algun dia t sientas bien se qe d poc pued servir esto no se en realidad cmo t sients por mas qe lo escribas solotu sabs lo qe tiens dntro enserio espero qe algun dia dsaparezk tdo ese mal qe tiens (pero no d la forma qe has dixo si no qe se mejore todo) t mando muxso abrazos y bsos d algo servira animo y bueno aki tienes a alguien qe si qe t escuxa aunqe sea dntras d una pantalla bsos

brisa dijo...

está bien lo que hiciste, desahogarte en el blog.

a veces podemos sentir deseos de acabar con nuestras vidas, de terminar con todo. pero siempre hay algo que nos recuerda que hay razones para seguir viviendo.
yo también tengo ganas de saltar cuando me asomo por un balcón o una venrtana, ganas de no ver nunca más a mi mamá, de estar sola y tranquila.
pero aunque suene absurdo, es el recuerdo de mis familiares y amigos lo que me hace seguir aca.
no quiero que sufran más por mí, quiero ahorrarles todo tipo de tristezas, por eso trato de ponerle buena cara a la vida y sigo mi camino.

la vida está y la tenemos que vivir. nosotros no elegimos nacer, nos fue impuesto, pero bueno, ya que estamos acá, tratemos de que sea lo más ameno posible.
por eso, cuando estés mal, piensa en las cosas que te hacen feliz, escucha musica, mira una pelicula, o simplemente escribi algo en este blog, que vamos a estar leyendote

suerte linda,
que andes bien

Unknown dijo...

hmmm me identifico mucho contigo..mi casa es un infierno..no hay dia que alguien no pelee aca...yo creo que no hay semana que no llore por algo que paso con mi familia... mi hermana es terrible y suena muy mal pero es lo peor que me pudo haber pasado en la vida y mis padres..a ellos los adoro pero los siento tan lejos de mi ..que tengo miedo de perderlos de un momento para otro.

Unknown dijo...

http://beautifulfalways.blogspot.com/

Pandora dijo...

Entiendo como te sientes... por aqui las cosas son bastante similares, lo unico malo es esa inconsistencia que tiene mi madre... ama la "comida sana" pero no es capaz de aguantarse cuando le pones un chocolate al frente, se queja todo el dia de lo gorda que uno es (si, se queja de que soy gorda) y no ayuda en nada... y cuando le digo que ya no comere algunas cosas va y de comida prepara cosas fritas... ¿Asi como puede uno estar tranquila?...


En fin, puro aguante no mas =)


Saludos y animo!

PRINCESA IMPERFECTA dijo...

Hola, creo quees la primera vez que te dejo un comentario, me senti tan identificada contigo, el sentir que todo lo que haces todos tue sfuerzos no se vean recompensados, para que te salgan con que es tu RESPONZABILIDAD (segun mi papa) se siente fatal, y no es que no quieras comer, es que acabas tan harta de ellos y de todo que no tienes hambre. Besos

Anónimo dijo...

He descubierto este blog por casualidad, y lo triste es que me alegro... Yo tenía tu edad cuando encontré en Internet un desahogo para mis problemas con la anorexia y la bulimia, tardé siglos en ser capaz de pronunciar esas palabras.

Envío todo mi apoyo tanto a ti como a muchos de tus comentaristas, pues el que te entiendan sólo puede significar una cosa: están pasando o han pasado por lo mismo.

El sentirse atrapada dentro de tu propia familia e incomprendida por quienes se supone que deberían ayudarte (médicos) lo empeora todo (y puede incluso que sea la causa de todo). Quizás una beca Erasmus o cualquier excusa para pasar un tiempo en un lugar diferente te ayude, hasta mejora las relaciones con la familia...

Yo he superado mis trastornos alimenticios sin ayuda profesional (principalmente porque eso implicaría meter de lleno en el asunto a mis padres y nunca quise hacerlo) y eso que he llegado a estar muy mal. Gracias a algunos buenos amigos y a la fuerza que saqué de no sé dónde todo me parece como una pesadilla lejana, pero sigo siendo muy consciente de que no debo olvidar bajar la guardia.

Ánimo...

Ana Arco dijo...

aunque muy tarde... aquí siempre habrá alguien que te escuche, te entienda y te apoye...