Mi historia VI


21 FEBRERO 2007

6ª PARTE



Acabó el curso y con él las oportunidades de escaquearme. Las semanas siguientes fueron sencillamente un infierno. Mi madre estaba todo el día vigilándome. Controlaba todo lo que hacía en cada momento. La odié por ello.

Comenzaron a dudar de mí y perdieron toda la confianza que habían depositado en mí durante tantos años. Mi madre me lo reprochó muchas veces. Me dijo que había conseguido que no pudieran confiar en mí de ningún modo.

Recuerdo que muchas noches me hacía ducharme con la puerta del baño abierta para vigilarme. Muchas veces entraba, otras no. No recuerdo si aquellas veces vomitaba o no pero recuerdo estar en la bañera vomitando y sintiendo el miedo, el auténtico miedo de ser descubierta. Si bien, había aprendido a vomitar sin hacer absolutamente nada de ruido. Despúes de tantos meses vomitando, había aprendido a controlar mi estómago. Cuando vomitas tantos cientos y cientos de veces, llega un momento en que eres capaz de controlar tu estómago. Sabes perfectamente cuándo empezar y cuándo terminar. Sabes perfectamente hasta dónde puedes llegar y sabes perfectamente hacerlo sin emitir ninguna clase de sonido. Requiere mucha práctica.

Recuerdo las comidas en casa, mi hermano pequeño debía estar en un campamento de verano o algo así porque no estaba. Comíamos mi hermano mayor, mi madre y yo y recuerdo que durante aquellas comidas, no sé cómo, me levantaba al baño y tiraba parte de la comida por el retrete, escondía servilletas de papel en los bolsillos y cuando nadie miraba escupía la comida en ellas. Un día, mi hermano mayor me pilló haciéndolo. Debió intuir que hacía algo extraño y debía saber lo que estaba haciendo, de modo que disimuló que miraba hacia otro lado para despistarme, yo aproveché para escupir la comida y, entonces, justo, se giró. Se había quedado mirándome de reojo para poder pillarme. Por supuesto, aquel día, se lo contó a mi madre. Hubo bronca, creo. No lo recuerdo.

Aquel verano me fui de vacaciones con mi familia. Fuimos a visitar a mi familia lejana. Primos, tíos, etc. Todos coincidieron en que estaba muy delgada y muy guapa. O eso fue lo que me dijeron porque según me contaron mis padres más tarde, mis tíos les preguntaron si tenía algún problema porque me veían demasiado delgada y parecía que no estaba bien. Mis padres me acusaron de aquello porque se sintieron avergonzados. Recuerdo una comida en particular con toda la familia. Fue en un restaurante italiano junto a la playa. Mis padres me pidieron repetidas veces y muy serios que no montara ninguna escena y que no les pusiera en evidencia.

Es decir, que me tenía que joder y comerme la comida sin rechistar. Fingí, por supuesto, que todo iba bien aunque en el fondo, dentro de mí, me estaba muriendo. Mis padres pidieron por mí, si no recuerdo mal. Un plato de pasta, creo. No comí mucho. Dije que no tenía más hambre. Me levanté y fui al baño a vomitar la comida.

Las comidas esas vacaciones fueron casi todas fuera de casa y después de cada una, me levantaba e iba al baño a vomitar. Imagino que mis padres se extrañarían que tardara tanto, a veces me preguntaban, otras no. Pero nunca supe si sabían por qué iba al baño.

Aquel verano no adelgacé ni un solo kilo. Si bien, conseguí mantenerme en los 46-47 kilos. El día antes de acabar las vacaciones me compré una báscula. Decidí que era hora de dejar de pesarse constantemente en las farmacias y que debía comprarme una báscula para poder pesarme en casa siempre que quisiese.

La llevé conmigo todo el viaje, escondida, por supuesto, y la guardé envuelta en una bolsa de plástico dentro de una caja en el fondo de mi armario. Desde aquel día, empecé a pesarme cada noche, después de vomitar la cena, durante los 4 años siguientes.

Continuará...

ANA

"Quiero ser anoréxica"


09 FEBRERO 2007

Sí, estoy de acuerdo, es una pena. Yo también lo siento y mucho. Esto no es algo de lo que me sienta orgullosa, de hecho, más bien me avergüenza porque deja entrever todas mis debilidades. Porque, prácticamente, te arruina la vida y te priva de ella. Porque te priva de la felicidad. De modo que, no, no estoy orgullosa; y no, no es algo que he elegido. Tal vez, mucha gente crea que esto es algo que se elije pero está equivocada. Las enfermedades no se pueden elegir. Puedes elegir adelgazar, puedes elegir hacer una dieta o puedes elegir ir a correr todas las tardes para perder peso. Todo eso puedes elegirlo.

Desgraciadamente, el querer o no ser delgado ya no se puede elegir porque eso es algo que la sociedad impone. Hoy día, prácticamente todo el mundo quiere ser delgado o, al menos, no ser gordo. No estoy diciendo que una persona gorda no pueda verse o sentirse bien porque estoy convencida de que mucha gente con algunos kilos de más está muy satisfecha y muy a gusto con su aspecto, lo cual envidio muchísimo porque yo con muchos kilos menos no soy capaz de verme ni sentirme bien. Esto justifica la idea de que, en realidad, el problema no está en los kilos sino en la cabeza. Todos queremos sentirnos a gusto con nosotros mismos y con nuestro cuerpo y vernos bien y la sociedad nos dice que eso se consigue con la delgadez.

La sociedad envía mensajes de que la delgadez es atractiva, de que la delgadez es bonita, de que una persona delgada es sexy, de que para triunfar hay que ser delgado, de que la delgadez es digna de admiración, de que la delgadez, en cierto modo, es equivalente de éxito; y, paralelamente, nos envía el mensaje de que lo contrario no lo es, es decir, que ser gordo no es atractivo, ni sexy, de que si eres gordo no vas a triunfar ni vas a tener éxito, que ser gordo no está "de moda". No me refiero únicamente a las pasarelas de moda porque, evidentemente, en las pasarelas solo se ve lo que gusta a la gente. Probablemente, si en la sociedad estuviesen bien vistos las curvas, los michelines o los kilos de más, en las pasarelas de moda de todo el mundo las modelos no serían tan delgadas. Pero está bien vista, la delgadez se ve bien. La publicidad, la televisión, el cine, la prensa, la radio... los medios de comunicación en general y, por supuesto, las personas, nosotros mismos, todos los que formamos la sociedad enviamos esos mensajes. No es únicamente la publicidad la que lo hace. Cuando miramos mal a una persona porque está gorda o cuando admiramos a otra que está delgada también enviamos esos mensajes. ¿Por qué, a primera vista, sólo nos atraen las personas delgadas?

No, no creo que querer ser delgado sea algo que se elige y no, tampoco creo que verse o no verse bien sea algo que se elige. De modo que, no creo que estar enfermo sea algo que se pueda elegir. Porque esto es una enfermedad y no, como muchas chicas defienden, "un estilo de vida". Es una enfermedad seria y muy grave pero cuando empiezas a caer en ella no te das cuenta, no eres consciente y lo conviertes en tu forma de vida aunque realmente no es una forma de vida sino, como ya dije en otro post, una forma de no-vida.

Sí, creo que la sociedad tiene parte de culpa, que no toda, por supuesto. Pero en una sociedad que valora todo lo que tiene que ver con la belleza, con la imagen, con la superación, con el éxito... en una sociedad vana y vacía como ésta es más que obvio que este tipo de enfermedades proliferen. Y estoy convencida de que si la delgadez no estuviera tan bien valorada y tan bien vista, entonces, encontraríamos otro modo de llenar el vacío que sentimos porque no somos suficientemente buenos, porque no estamos a la altura, porque la sociedad nos exige demasiado. Sino fuera la comida sería otra cosa. Nos daríamos golpes contra las paredes, nos haríamos cortes en los brazos, nos volveríamos obsesos sexuales, maniáticos de la limpieza, ludópatas, alcohólicos o drogadictos. La cuestión es tener algo que nos ayude a enfrentarnos a las situaciones que nos devoran cada día.

Hay algo que me llama la atención especialmente. Durante los últimos meses he estado comprobando las direcciones desde las que llegan las visitas a mi blog y muchas de ellas lo hacen desde buscadores de internet. "Cómo ser anoréxica", "qué hace una anoréxica" o "quiero ser anoréxica" son algunas de esas búsquedas. Sencillamente es muy triste. Esas chicas, la mayoría todavía niñas y, desgraciadamente, cada vez más jóvenes, no saben lo que es la anorexia. La anorexia no es un juego. Es una enfermedad. Y ser anoréxica no se puede elegir. Esas chicas confunden anorexia con dieta y, obviamente, no tiene nada que ver. Aunque mucha gente no esté de acuerdo, o no lo entienda, la anorexia no es equivalente de dieta. Una dieta puede ser sana y, muchas veces necesaria, la anorexia es todo menos sano.

Me entristece saber que de verdad haya alguien que quiere, voluntariamente, entrar en esto. Esas personas no saben lo que es. Desgraciadamente, yo puedo hablar de esto porque lo he vivido, porque lo vivo cada día, porque lo sufro. Y no es algo digno de admirar, no es algo digno de envidiar y no es algo digno de desear. Las chicas que dicen querer ser anoréxicas lo que de verdad ansían es ser delgadas, verse bonitas y atractivas, sentirse bien consigo mismas. Lo que no saben es que la anorexia no es eso. La anorexia vista desde fuera puede ser, en cierto modo, y con muchas comillas (muchas) "admirable". Porque la imagen de la anorexia es la delgadez, el éxito, la fuerza de voluntad, la valentía, la ambición y todo lo que queramos añadir. Pero es solo una imagen. Sólo, y únicamente, una imagen. Lo que se esconde detrás, lo que hay debajo de toda esa fachada sólo las personas que lo sufren lo saben.

Debajo de esa imagen se esconde una persona débil, sensible, insegura, con baja autoestima, vulnerable, inmadura y que tiene miedo. Mucho miedo. Que tiene miedo a la vida. Debajo de esa imagen sólo hay dolor, sufrimiento, melancolía, llanto, amargura, sensación de fracaso, odio. Es un infierno. Es la mejor palabra que encuentro para describirlo, un infierno.

Crees que cuando seas delgada podrás ser feliz porque entonces gustarás a los chicos, serás atractiva y, lo más importante, te sentirás bien. Pero entonces, empieza el auténtico calvario y te sientes de todo menos bien.

Sólo puedo decir a todas esas chicas que “quieren ser anoréxicas” que antes se informen de qué es la anorexia porque muchas de ellas no saben ni lo que es. Sin embargo, aunque parezca un tópico, no se sabe lo que es hasta que lo vives en tu propia piel. La idea que yo tenía de la anorexia antes de padecerla era muy diferente de la que tengo ahora y nunca imaginé que fuese algo que pudiese pasarme a mí. Y no, no la defiendo, no me recreo en ella y no me gusta. No es un estilo de vida porque un estilo de vida puede elegirse y esto no se elige. Ser anoréxica no es ser delgada. Sí, es cierto, la delgadez es un síntoma de anorexia, ese como muchos otros. Puede que la anorexia implique delgadez pero la delgadez no tiene por qué implicar anorexia. Quiero decir que… ¿por qué no ser delgada y a la vez feliz? ¿por qué esa obsesión por querer estar enfermas? ¿de qué sirve ser delgada sino puedes disfrutar de tu cuerpo, si no puedes disfrutar de la vida? No lo entiendo. Yo no decidí esto. Para ser delgada y tener un cuerpo bonito sólo hay que hacer una dieta equilibrada, algo de ejercicio y tener un poco de fuerza de voluntad para privarte de algunas cosas. Para ser anoréxica no hay que desear ser delgada, para ser anoréxica hay que desear morir. La anorexia viene determinada por un historial de experiencias muchas veces traumáticas, por una personalidad determinada, por la estructura cognoscitiva de cada uno, por un modo de enfrentarse a la vida, por cuestiones sociales, familiares y psicológicas… La anorexia nace de todos esos factores que aporta el ser humano a priori combinados con una nebulosa de sentimientos incontrolables: soledad, frustración, fracaso, agonía, infravaloración, vacío, dolor, sufrimiento, odio, sobre todo, odio. Y todo ello no es algo que se pueda elegir.

Lo cierto es que a mí la anorexia solo me ha traído sufrimiento. A mis 10, 12 ó 15 años era mucho más feliz de lo que soy ahora. Sí, es cierto, era gorda ¿y qué? Eso no me importaba. Me daba igual. Era feliz. Tal vez quisiese ser delgada y atractiva, como cualquier niña a los 15 años, pero no me quitaba el sueño y con mis casi 65 kilos era mucho más feliz de lo que he sido con 40.

Si pudiese elegir ahora… quiero ser feliz. Es lo que más ansío. No quiero ser delgada quiero ser feliz y si supiera que con 15 kilos más iba a serlo engordaría los kilos que hiciese falta. Pero ahora es tarde. Ahora sé que ni con 15 kilos más ni con 15 menos voy a ser feliz porque la anorexia te priva de la felicidad. Por eso no entiendo que haya alguien que ansíe replicar esto. Sencillamente no lo entiendo.

La anorexia es querer morir. La anorexia es querer morirse. La anorexia no es querer ser delgada, ni atractiva ni nada de eso, la anorexia implica querer dejar de sentir a toda costa. No entiendo que alguien pueda desear eso porque no hay nada más doloroso en este mundo que desear la muerte.

ANA